Treinta años de “La voz de los ’80” Los ecos de los ’80


Hace justos treinta años, el 13 de diciembre de 1984, salía por primera vez a las calles el histórico primer disco de Los Prisioneros. Acá, con motivo de la ocasión, músicos chilenos de diversas generaciones, desde Quique Neira a Pedropiedra, pasan revista a la influencia de esas canciones de tres décadas.
David Ponce
Diez canciones, cinco por cada lado de una cassette que empezó a circular a fines de 1984, llamaron primero la atención de los que escucharon esa grabación en tiempo real, y sobre todo dejaron a largo plazo una marca indeleble en el recorrido de la música rock en Chile. El título era fundacional: La voz de los ’80. Y el nombre del grupo era llamativo para un país que cumplía once años de dictadura cívico-militar: Los Prisioneros.
No era habitual escuchar sonidos como los de esas canciones en un medio atrasado de noticias si se trataba de rock. Palabras y ritmos como reggae, ska, punk, rockabilly, new wave o tecnopop sonaban de por sí atractivos y novedosos, tanto como la idea de unos músicos de rock que en vez de llevar pelo largo y tocar también largos solos de guitarras eléctricas hacían canciones más directas y se vestían y se cortaban el pelo como cualquier colegial hijo de vecino.
Tampoco era habitual escuchar verdades como las de esas diez canciones, entre el entretenimiento dictado sobre todo por la televisión local de la época. Los Prisioneros estaban claros con un asunto distinto en cada canción de ese cassette. Cantaban sobre frivolidad juvenil en “Brigada de negro”, tercer mundo en “Latinoamérica es un pueblo al sur de EE.UU.”, la superficialidad de la TV en “Mentalidad televisiva” o las generaciones previas en “La voz de los ’80” y en “Nunca quedas mal con nadie”, citaban a un ícono de la new wave en boga en “¿Quién mató a Marilyn?”, abjuraban de las fronteras en “No necesitamos banderas” y escribían los manifiestos de amor más honestos que cualquier joven de la época pudiera hacer propios en “Sexo” y “Paramar”.
Fue el inicio de una historia que Jorge González (voz y bajo), Claudio Narea (guitarra) y Miguel Tapia (batería) iban a prolongar por cuatros discos más hasta 1990, extendida con una futura reunión a comienzos del nuevo siglo y con los ecos de una relevancia que llega hasta nuestros días, cuando en diciembre de 2014 se cumplen exactos treinta años desde la primera publicación de La voz de los ’80. Con motivo del aniversario está prevista una nueva edición del disco en el mismo formato de cassette original, ahora que la influencia de Los Prisioneros y en especial de su primer disco ha alcanzado a generaciones de músicos chilenos.
Sexo en Conchalí
Uno de esos jóvenes de la generación siguiente en los años ’90 era el estudiante Rodrigo Osorio, quien en cuestión de tiempo se iba a convertir en Don Rorro como cantante y líder natural de la banda de rock Sinergia. Hoy Don Rorro tiene claro cuál es su canción favorita de ese disco. “Es ‘Sexo’, porque recuerdo exactamente el momento de nerviosismo cuando con toda mi familia escuchamos la canción”, dice, “Aparte que fue la primera canción que Sinergia cantó arriba de un escenario hace 22 años”.
-Yo estudié desde 1983 a 1988 en el Instituto Nacional, y la primera vez que supe de Los Prisioneros fue por unos afiches de un concierto pegados en las afueras del Instituto. Ellos eran los estelares y las bandas invitadas eran Cinema y Aparato Raro. Me llamaron mucho la atención el nombre de la banda y la foto, así que me terminé consiguiendo el cassette con un compañero de curso. Ese día llegué a mi casa en Conchalí luego del colegio y lo puse al tiro en la radiograbadora en la pieza de mi hermana. Al poco rato estaba toda la familia reunida escuchándolo. Era raro porque no se escuchaba rock en español en esos años, y porque las canciones decían cosas que nadie se atrevía a decir, en “Sexo” o “Nunca quedas mal con nadie”. Sentíamos que estábamos haciendo algo prohibido.
La verdad entre el miedo
Una historia diferente traía Camilo Castaldi, de oficio rapero y DJ bajo el nombre de Tea Time e integrante de la banda de funk Los Tetas iniciada a mediados de los años ’90. Tea-Time había crecido y descubierto la música en el exilio al que salieron sus padres durante la dictadura, y escuchó La voz de los ’80 hacia 1985, con nueve años de edad. La canción del disco que viene a su memoria desde esos años es “Nunca quedas mal con nadie”.
-Tengo el recuerdo de una época bien deprimente en Chile a principios de los años ’80, con los militares, la prohibición que había, esos programas de televisión con puros animadores patéticos, con miedo a decir las cosas, ocultando una realidad que era terrible. Entre todo eso ese disco sí decía la verdad, era la magia de la música que podía ser más fuerte, porque siempre queda la duda de si lo que estás diciendo es verdad o poesía. Fue una prueba de que se podía cantar sobre la realidad.
Antecedente del reggae chileno
Son también recuerdos nítidos los que tiene Quique Neira, actual solista abanderado del reggae en Chile luego de su experiencia previa en bandas como Gondwana y Bambú, con quienes grabó en 1996 una versión de “No necesitamos banderas”. “Es una canción que me identificaba mucho, junto con ‘Paramar’, que es a la vena, ‘Brigada de negro’, que tiene misterio desde el título. El disco me gusta entero”, comenta, y recuerda haberlo conocido en el mismo verano de 1985 en que fue lanzado.
-Escuché a Los Prisioneros estando de vacaciones en Costa Azul, que era donde veraneaba, y caminando por ese paseo que junta la playa grande y la playa chica de Cartagena. En el ’85 tenía once años, los escuché y me di cuenta de que tenían eso que tienen los artistas que marcan época, identificas al tiro que esa voz y esa canción no se te va a olvidar nunca más. Luego vinieron los conciertos “Free concert”, toda la música latina que empezó a sonar junto con Sumo, con GIT, con los mismos Soda (Stereo). Años después grabamos “No necesitamos banderas” porque tocábamos esa canción por gusto. Ese riff es como “Smoke on the water”. Es un antecedente para el reggae chileno.
Mi primera banda en castellano
Algo más tarde que eso descubrió La voz de los ’80 el actual solista y ex cantante de Juana Fe, Juanito Ayala, aunque sí tiene algo en común con Quique Neira. “De ese disco la canción que más me impactó fue ‘No necesitamos banderas’. Me abrió la puerta a los sonidos del ska, el punk y el reggae que me acompañaron con fuerza toda esa década”, explica, familiarizado con el grupo desde fines de los ’80.
-Lo primero que supe de Los Prisioneros fue gracias a un cancionero especial de rock latino de la revista “Vea”. Ahí leí por primera vez “La voz de los ’80” y después la escuché en la radio. Creo que no fue hasta el ’90 que vi el cassette. Antes de eso no escuchaba música para nada, desde chico que dibujaba todo el día, y así llegué a unos talleres de comics de la revista “Trauko”, cuando tenía once años y todos los otros compañeros eran de dieciséis hacia arriba. Y dibujando en la casa de uno de ellos fue que vi y escuché el cassette completo. Fue una época en la que junto con eso descubrí mucha música de golpe: los Beatles, Ennio Morricone, Metallica, los Clash. Pero Los Prisioneros fueron la primera banda de rock en español que escuché.
Onda expansiva: Prisioneros en el exilio
Fue muy lejos de Chile que Ismael Oddó fue a conocer La voz de los ’80. Actual integrante de la oleada de jóvenes de Quilapayún y también solista, el cantante es hijo de Willy Oddó, uno de los integrantes históricos de ese conjunto, y vivió también en el destierro en los años ’70 y ’80, en Francia. Una canción que lo marcó es “Nunca quedas mal con nadie”. “Ahí están el Canto Nuevo, los pijes, el Negro Piñera, esos cantantes que se preocupaban de la bomba atómica cuando eran incapaces de denunciar los atropellos que estábamos viviendo en Chile”, dice.
-Recuerdo haber escuchado ese disco y, con mi oído de niño y fanático de Stevie Wonder o Michael Jackson, la música no me llamó demasiado la atención, aunque ahora sí la puedo valorar con el tiempo y la distancia. Sin embargo las letras me atrajeron. Recuerdo una entrevista de Jorge González que vi en los canales franceses dentro de las actualidades culturales de ese tiempo en Chile, donde decía que no había que alinearse con una bandera política. Y sin embargo sus letras eran como un grito de rebeldía ante lo que estaba ocurriendo acá.
Un disco que parece un grandes éxitos
Una aproximación distinta tiene Gonzalo Planet en su doble oficio de músico y periodista, como bajista del trío Matorral y autor del libro “Se oyen los pasos” (2004), una historia del rock chilenos de los años ’60 y comienzos de los ’70. Más de una década antes de la irrupción de Los Prisioneros. “Es un disco súper redondo. Parece un grandes éxitos”, dice sobre La voz de los ’80. “Por eso es difícil elegir una canción, pero si tuviera que optar por una me quedo con ‘La voz de los ’80’. Musicalmente es poderosa, con esa progresión de acordes atractiva en el coro, y tiene esta cosa muy consciente como de un punto de partida”, comenta.
-En ese disco está la primera bofetada, esa cachetada que dan Los Prisioneros con su letras, con el modo en que están articulados los discursos. En la música pop rock de ese momento Jorge González no tiene comparación. Y eran súper chicos, tenían veinte, veintiún años, sin ninguna experiencia como músicos profesionales y entrando por primera vez a un estudio de grabación, además en una vida cotidiana llena de limitaciones. En todo ese contexto que haya salido este disco es un milagro, algo fuera de lo común.
Un montón de fans niños
También es doble la aproximación de Pedropiedra a este disco: primero como seguidor del grupo desde chico, y luego como parte de la banda con que el propio Jorge González presentó La voz de los ’80 en vivo hace un par de temporadas. Y su recuerdo de “Latinoamérica es un pueblo al sur de EE.UU.” se relaciona con esos años de niñez. “Debe haber sido el primer reggae que escuché”, estima. “Y me imaginaba un pueblo al sur de Estados Unidos, pero como una aldeíta, con una letra que hablaba de las banderitas, con humo saliendo de las chimeneas, como de Los Pitufos. Era como un cuento”.
-Yo creo que tenían un montón de fans niños Los Prisioneros. Yo nací en el ’78, entonces cuando salió La voz de los ’80 tenía seis años, lo debo haber conocido dos o tres años después. Recuerdo haber ido caminando con mi hermana por la calle, cantando Sexo compro, sexo vendo…, y ella me dijo “¿Tú sabís lo que es sexo, o no?” Le dije “No”. “Es culear”, me dijo. De todos modos yo tampoco sabía lo que era culear. Así de chico era. Después fue como un sueño hecho realidad tocar con el Jorge, para decir un cliché. Y sobre todo pensar que hizo todas esas canciones antes de cumplir los veinte años. Siendo que yo a los veinte años no podía ni encontrar un moco en mi propia nariz. Y este loco ya había visto la matriz.

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Claudio Narea (guitarra), Jorge González (voz y bajo) y Miguel Tapia (batería) en la icónica foto que ilustra la portada más conocida de La voz de los ’80, retratados por el cineasta Cristián Galaz en el sector de la capitalina Vega Central.
Foto: Cristián Galaz.
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Primera edición: la versión original en cassette apareció en diciembre de 1984 bajo etiqueta Fusión, sello iniciado por el manager del trío, Carlos Fonseca. El retrato es de Cristián Galaz en los terrenos de la abandonada fábrica CCU en Santiago
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La reedición: un año más tarde el sello EMI reeditó en álbum en 1985, también en formato inicial de cassette. Acá la carátula de la versión en CD editada en los años ’90.